Patrimonio

11 Diciembre, 2015

Guillem Amengual, maestro autodidacta de la construcción naval

El artesano náutico Jaume Amengual hace una bonita semblanza sobre su tío, uno de los grandes maestros de la construcción de embarcaciones tradicionales de Mallorca. Hoy, ya jubilado, construye espectaculares modelos navales.

Por JAUME AMENGUAL

Nació el 28 de diciembre de 1926 en el Coll den Rabassa (Palma) en el seno de una familia sencilla de pescadores. Su padre tenía un llaüt con el que iba a pescar con sus hijos. Su madre vendía el pescado. Tenía tres hermanos pescadores, uno de ellos mi padre, y una hermana. Se tenían que repartir los trabajos de mecánicos, carpinteros y mesares d’aixa porque no podían pagar un jornal para reparar su embarcación.

De muy joven, la curiosidad le llevó a experimentar con los diferentes objetos que llegaban a sus manos. Los desmontaba y los reconvertía en otros elementos de utilidad. Le llamaba la atención como trabajaban los carpinteros de ribera de la zona y después de pescar muchos años, le llegó la vocación, que sin ella, no hay oficio.

A finales de los 40, a los 33 años, fue cuando realizó su primer trabajo serio. El llaüt familiar, Jaimito, tenía el francobordo bajo. Lo cortó por debajo de la cinta y levantó la cubierta. La embarcación quedó como nueva. Los vecinos del barrio no podían creer que volviera a flotar.

Luego reconvirtió en llaüt un viejo bote que le regalaron, cuyas líneas no le gustaban. Lo vendió y, a raíz de esta reparación, le empezaron a encargar construcciones nuevas de madera. A lo largo de su vida ha fabricado más de 30 embarcaciones, entre ellas el Adamastor, cuyo tamaño obligó a tumbar los muros laterales del taller y cuya botadura fue un acontecimiento popular: toda la gente del barrio ayudó a trasladar el barco hasta el puerto. Hoy sigue activo a través de una empresa de charter náutico de la isla de Menorca. El Margarita María es el último llaüt que Guillem Amengual, de quien estamos hablando, construyó a escala real. Con él navego y participo en regatas.

Para la gente como mestre Guillem, la carpintería de ribera implicaba una labor de psicología, de analista. Antes del trabajo material, Guillem hablaba con el futuro armador para saber qué utilidad se le daría a la embarcación: pesca en la bahía, tipo de pesca, si necesitaba o no llevar cebo vivo a bordo…

Después de este primer encuentro empezaba a pensar en cómo debía ser… ¿Con líneas de vela, a motor, alta de proa para los térmicos del lugar? Volvían a reunirse. ¿Vas a pescar al curricán? Tendremos que poner un vivero ¿Y en invierno que harás? ¿A palangre, a gánguil (arte tradicional para la pesca de quisquilla)? Pues también tendrá que ser resistente para la carga de las artes en popa.

Empezaba la construcción de la media maqueta, que todos habréis visto colgadas en la pared de algún local. Si el armador daba el visto bueno, tocaba sacar las plantillas y a finales de año, con el forestal de la zona, donde podía cortarse la madera para la construcción, iba monte arriba para escoger las piezas de encina o pino y las marcaba. Con la primera luna vieja del mes de enero, que es cuando los árboles están aletargados, cortaba los trozos marcados, los llevaba al taller y con el sinfín o “aixa” le quitaban la corteza y depositaba la madera en el mar, en una zona protegida, durante unos meses. Tras esta paciente preparación era cuando empezaba la construcción.

Este era el proceso que se debería seguir a la hora de construir una embarcación de madera, aunque mucha gente haya dejado de considerarlo necesario. Hoy queremos una embarcación y la queremos ahora. Pero en los tiempos de Mestre Guillem, el tiempo medio de la construcción era de un año y medio más o menos; desde la primera entrevista hasta la entrega. Por eso bastantes de las piezas que cambiamos hoy se pudren en poco tiempo por no saberse en qué luna fueron cortadas.

Jubilación y modelismo naval

Después de la construcción de más de 30 embarcaciones, Mestre Guillem dio de baja el taller y la corriente 360V (sólo permitida en talleres profesionales) con la que funcionaban el sinfín i la regruesadora. Fue impensable para él que estas máquinas no volvieran a funcionar, por lo que al sinfín le acopló un motor de Seat 600 adaptado con un sistema de refrigeración por agua, como un propulsor marino, y a la regruesadora, un motor de dos caballos, algo que me parece sencillamente formidable.

Fue en este momento cuando Guillem Amenhual comenzó la fase de construcción a pequeña escala con el mismo sistema que llevaba tantos años aplicando a las embarcaciones mayores, con maderas curvadas para la realización de las costillas, con rayos de Júpiter en las juntas e incluso fabricando accesorios adicionales, como los rezones, maquinillas o clavos.

Mestre Guillem ha pasado por diferentes fases. Su faceta más conocida es la creación de modelos de embarcaciones tradicionales de las islas, pero también ha construido barcos típicos del Mississippi y hasta una réplica de la Kon-tiki. Durante un corto periodo realizó modelos de fibra motorizados.

Recuerdo que durante una visita a su taller con un amigo de Cataluña, buen conocedor de la navegación tradicional y pintor, quedó encantado con el trabajo de Mestre Guillem y me envió uno de sus dibujos de una embarcación de “Mitjana”. Se lo llevé al tío y al abrir la lámina se hizo el silencio. A los pocos segundos me dijo: “Ve al Cap Blanc, cerca de unas cuevas, que hay unos pinos curvos y córtame unas ramas para la construcción de las costillas”.

Cuando regresé con la madera cortada, ya había empezado la construcción, ya estaba puesta la quilla, y marcadas un par de costillas. A la hora de trabajar la cubierta, dado que en el plano no se veía, me pidió que enviara una carta a nuestro amigo para que especificara cuál era su distribución. Al poco tiempo tuvimos respuesta y se construyó como en el dibujo. En poco menos de tres meses la embarcación estuvo acabada.

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